Korova: Realidad vs Ficción

En el 2016, mientras hacía mis cursos de coctelería y buscaba referencias sobre bares interesantes para conocer, había uno que, por su nombre, logró llamar poderosamente mi atención: Korova. Todo aquel que haya disfrutado de la historia de Alex DeLarge de La naranja mecánica, ya sea en su versión escrita o audiovisual, recordará este bar al que el protagonista concurría para ingerir su dosis de moloko plus junto a sus drugos.

Ya que es un speakeasy (bar oculto), el único indicio de que en el paredón blanco ubicado en Ramseyes 1475 (Olivos) hay un local gastronómico es el dibujo de una copa de Martini sobre la puerta blanca. La decoración interna mezcla estantes y lámparas antiguas en un ambiente oscuro y moderno, con paredes rojas y sillas y sillones negros. Al recorrer todo el bar no encontré grandes similitudes con el bar de la película, salvo por el cartel que decía Korova en la misma caligrafía. Si bien me sentí un poco desilusionada, mi ilusión regresó cuando descubrí las largas pestañas inferiores dibujadas al pie de las hojas de la carta.

Esta ingeniosa carta comienza con una bienvenida y continúa con un listado de preguntas frecuentes, cuyas respuestas le dejan al cliente algo bien en claro: Korova es un bar de cócteles, no se sirven ni bebidas sin alcohol ni comida (aunque sí ofrecen agua y café para aquellos que ya hayan consumido un trago). Luego sigue una minuciosa explicación sobre cada cóctel, con títulos en cada página que indican sus características generales. Los precios están explicados de forma personalizada. Por ejemplo, en el emblemático Bee’s Knees, que bajo mi punto de vista no puede faltar en un speakeasy, se expresa que «Ser muy British cuesta 85 pesos«.

Además del Bee’s Knees, con mi novio nos pedimos un White Russian, una Duquesa y un Carolina’s Jar. Los cócteles son muy sabrosos, variados y equilibrados, como uno esperaría de un lugar de su fama y envergadura.

Antes de irme, pude averiguar eso que me atrajo en un principio: el motivo de su nombre. Sucede que en uno de los actuales sectores del bar solía haber una sala de cine. Es por esto que los dueños decidieron rendirle homenaje a la obra más famosa y polémica de Stanley Kubrick, basada en la obra maestra de Anthony Burgess.

En conclusión, Korova no es el bar de la ficción. Tampoco se dota de un estilo servicial donde «el cliente siempre tiene la razón«. Pero su interesante carta, particular estilo y precisa coctelería lo hacen un lugar digno de visitar.